5 beneficios de mantener una actitud positiva ante la enfermedad
Mantener una actitud positiva ante una enfermedad puede mejorar el pronóstico de manera notable, atenuar los síntomas de nuestra dolencia e incluso servirnos de aprendizaje vital. Así, cuando una enfermedad es grave, podemos llegar a sentir que el mundo se derrumba a nuestros pies. La primera reacción es, ¿por qué a mí?
Quizás no tengamos experiencia con esa sensación y, cuando aparece, nos puede resultar muy difícil de gestionar. Tal vez nos sintamos muy vulnerables y débiles ante la noticia, haciéndonos preguntas que antes ignorábamos y buscando la esperanza en los lugares más recónditos. Estos estados emocionales pueden agotar nuestras reservas de energía, bajar la autoestima o perjudicar a nuestro sueño.
Mantener una actitud positiva es beneficioso en cualquier aspecto de la vida. En el caso de tener que afrontar una enfermedad grave, es algo que se convierte en imprescindible.
El diagnóstico de la enfermedad y el proceso emocional
Lo cierto es que detrás de toda enfermedad hay sufrimiento, un padecimiento que demanda de nuestro buen hacer para gestionar emociones. Son momentos en los que elegir una estrategia de afrontamiento adecuada puede marcar la diferencia entre la curación, la cronificación o la complicación de la propia enfermedad, además de influir de manera significativa en la calidad de vida.
En general, mantener una actitud positiva ofrece innumerables beneficios físicos, cognitivos, emocionales y sociales. Así, un ambiente relajado favorece el pronóstico de cualquier enfermedad.
Aquellos enfermos que no aceptan un diagnóstico, a la larga suelen sufrir mucho más. Sencillamente porque en la vida es indispensable encontrar una armonía emocional.
5 beneficios de mantener una actitud positiva ante una enfermedad
A continuación, vamos a ver algunos de los beneficios de mantener una actitud positiva ante la enfermedad. Mantener una actitud optimista es fácil cuando la dinámica que nos rodea también lo es; sin embargo, el asunto se complica cuando la suerte se vuelve en nuestra contra y nada parece salir como queremos.
Hacernos más fuertes
Los problemas para quienes piensan de manera positiva y de manera negativa, en número, suelen ser muy parecidos. Sin embargo, lo que sí facilita un pensamiento positivo es la solución de estos problemas, centrando a la persona en el proceso de búsqueda de soluciones. Una orientación que a la vez la hace más fuerte, más resistente frente a las dificultades.
Objetivo: mantener una actitud positiva
Es recomendable integrar en nuestra rutina tareas que nos ayuden a mantener el optimismo. Escribir un diario, crear un blog, llenar de vitalidad nuestro espacio escuchando música o ponernos en contacto con personas que hayan pasado por una situación similar facilita que la paleta de emociones no quede restringida a las de valencia negativa.
Aceptar la nueva situación
La aceptación de lo que nos genera un punto de partida. Solo a partir de ella podremos empezar a poner los medios para mejorar. De otro modo, ¿de qué sirve que nos manden ejercicios o medicación si no entendemos que existe un problema sobre el que intervenir?
Por otro lado, la aceptación nada tiene que ver con el catastrofismo que practican algunos. Se trata de aceptar lo que existe, no de anticipar acontecimientos negativos que no tienen por qué producirse necesariamente.
Ayuda a resolver el proceso vital
Pese a que parezca un contrasentido, la presencia de una enfermedad es una gran oportunidad para separar lo importante de lo que no lo es. Absortos y embaucados por un ritmo trepidante, a menudo, superficial, la enfermedad puede hacer de criba.
Cambian los valores de la vida
Los valores se sustentan y sustentan a principios y prioridades que nos ayudan a tomar decisiones. En este sentido, los eventos traumáticos, crisis personales o enfermedades pueden llevarnos a un replanteamiento existencial.
Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Almería (España), en el año 2016, el objetivo consistía en recoger el posible cambio en los valores personales ante el diagnóstico de una grave enfermedad. En el estudio se encontró que el 87% de los pacientes manifestaron un cambio en la prioridad de sus valores, dando mayor importancia a las relaciones personales, la familia, la diversión y el bienestar. Así mismo, mostraron mayores índices de asertividad, empatía y dedicación.
Maria Prieto
Fuente: http://bit.ly/2HqCLfY
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