Aun cuando hace falta más oxígeno, tu mente te puede ayudar: Mes de la Hipertensión Arterial Pulmonar
Tan rara es la Hipertensión Arterial Pulmonar (HAP) que afecta a 45 personas de cada millón en todo el mundo aproximadamente, sin embargo, aún menos son los casos desgarradores e inquietantes que han salido a la luz con esta ER. Ejemplos son los de Carolina Torres y Katya Michelle Guevara Saucedo. Ambas mujeres con mucho potencial para comerse la vida en forma de múltiples éxitos, sin embargo, hay una diferencia, una vive y la otra nos ha dejado.
Carolina Torres, era una mujer activa, profesora de deportes y de anatomía y fisiología, hasta que, tras un largo periodo de mareos, síncopes y “sentir su alma fuera del cuerpo”, fue diagnosticada con HAP a los 35 años. Su vida cambió radicalmente. Atravesó experiencias muy angustiantes, que todos los que padecemos una ER podemos comprender pues la HAP es rara, crónica, discapacitante e incurable.
Esta valiente mujer comenta que tuvo una crisis que marcó el rumbo de su vida. Sucedió, lo que muchos tememos, tuvo que vivir por meses en el hospital pues su condición decaía, su pronóstico se empobrecía, pero su espíritu se fortalecía tras valorar su trayectoria de vida personal, sus experiencias y emociones disfrutadas, pues toma consciencia que eso no debe termina ahí, luchó, pidió ayuda hasta que su situación mejoró hasta un 90% en contra de todo pronóstico.
Su caso es uno de los ejemplos del poder de la mente, de nuestros pensamientos aun cuando nuestro cuerpo es débil. En este sentido, se ha estudiado que las creencias positivas no sólo funcionan mitigando el estrés, también tienen un efecto positivo como el hacernos sentir sanos y salvos, o creer que las cosas se resolverán positivamente. El optimismo parece reducir los niveles inflamatorios producidos por hormonas como el cortisol, asimismo parece reducir la susceptibilidad a la enfermedad al reducir la actividad del sistema nervioso simpático y estimular el parasimpático. Este último gobierna lo que se conoce como la respuesta de «descansar y digerir», lo opuesto a la respuesta «huir o luchar” como sucede en el estrés.
Es decir, se puede partir de una premisa: absolutamente nada de lo que pasa en mi cuerpo ocurre sin que mi mente haya dado una instrucción. Lo dice la Organización Mundial de la Salud: el 85 % de las enfermedades tienen origen mental, se llaman psicosomáticas y allí entran todas las enfermedades, excepto las intoxicaciones, envenenamientos o accidentes.
Por lo tanto, tal como lo explica José Gerardo Albán, médico de la U de Caldas, la gente no se muere de enfermedades, sino de miedo a morir a causa de ellas. Cuando uno se llena de pánico porque se va a morir, empieza a liberar sustancias negativas.
Esto no quiere decir que uno tenga la culpa de las enfermedades que padece, que nosotros probamos tener una enfermedad rara y mucho menos incurable. Lo que quiero dar a entender es que, tal como en el caso de Carolina, la mente es un factor primordial en nuestra salud. Tal como se ha mencionado, de ella sale quiénes y cómo somos, y, por ende, como nos enfrentamos a esas enfermedades que bien, pueden ser por una condición genética, malos hábitos de salud o accidentes.
Cuando se padece este tipo de enfermedades que desgastan de las formas más crueles al organismo, claro que también hay un impacto en nuestra mente y nuestras emociones, existe un duelo pues cambia la calidad de vida, pero, en el momento que nosotros, que nuestra mente decida “luchar por salir del túnel» y ver la enfermedad «como una oportunidad de cambio» , nuestro cuerpo podrá seguir por el mismo camino.
Una persona con una enfermedad incurable tiene que sentir y decidir si quiere seguir viviendo para tener un alma más libre, en el sentido que suelta el pensamiento de “sobrevivo con la HAP” por pasar a “convivo con la HAP”; o dejarse ir y hundirse. Es una decisión personal, que parte de nuestros pensamientos.
Recuerda que en cualquier momento puedes solicitar aquí, en AcceSalud, un apoyo psicológico que está orientado a mejorar los procesos cognitivos y estados emocionales de los pacientes de las EERR, así como de su familia, para favorecer una mejor adaptación a la enfermedad, promoviendo el uso de los propios recursos internos para lograr un equilibrio en la vida.
Fuentes:
https://www.elespectador.com/noticias/salud/el-medico-no-cree-los-medicamentos-sanar-articulo-672693
Comentarios recientes