El suicidio en los adolescentes
Generalmente, quienes manifiestan ideas suicidas están además, deprimidos, aunque también puede haber relación con otras patologías. Los dos principales motivos por los que una persona se deprime son: en primer lugar, la pérdida del control sobre su situación vital y sus emociones y, en segundo lugar, la pérdida de toda visión positiva del futuro (desesperanza). La depresión hace que la visión del mundo se estreche hasta tal punto, que se llega a distorsionar la realidad. Los individuos fijan su atención únicamente en los aspectos negativos de la vida, y desde su visión parece que no hay solución posible. La tristeza persistente y angustiosa es interiorizada, así como la creencia de que no hay alivio y que su dolor no terminará nunca, echando raíz hasta llegar al punto en que en su mente:
¡La única solución viable es la muerte!
La predisposición genética a la depresión (depresión endógena), o pasar por muchas situaciones adversas a lo largo de la vida (depresión reactiva); puede conducir a un cuadro de depresión. Existen también, procesos de pensamiento irreales y catastróficos, que al ser cultivados reiteradamente por algunas personas detonan estadíos depresivos, pero sea cual sea la causa, cualquier persona puede un día, verse asaltada por ideas persistentes de suicidio ante la falta de esperanzas en el futuro.
Existen diversas opiniones sobre la significación de los síntomas psiquiátricos en el paciente suicida. Sin embargo, los intentos de suicidio fallidos, son un signo muy fácil de reconocer, y no deben tomarse a la ligera. Los depresivos endógenos (desequilibrio químico cerebral) corren mayor riesgo que los depresivos reactivos (por una situación externa), mostrando intentos de suicidio impulsivos que pueden decidirse hasta una hora antes.
Los intentos de suicidio son especialmente comunes entre las mujeres menores de 35 años (más entre 15 y 24 años), los hombres lo hacen en edad más avanzada. El intento suicida es más común en las clases sociales bajas, pero es más efectivo entre las clases altas y grupos profesionales de alto estatus económico.
Adolescentes con tendencias suicidas.
Los adolescentes son una población de riesgo frente al suicidio, cuando experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos, presión para lograr el éxito, inquietudes financieras y otros miedos que pueden ir creciendo. Para algunos adolescentes, el divorcio, la formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros, las mudanzas a una nueva comunidad, el bullying escolar, pueden perturbarlos e intensificar las dudas acerca de sí mismos y en algunos casos, el suicidio pareciera ser la única solución.
Cuando los padres sospechan que su hijo puede tener un problema serio, un examen psiquiátrico puede ser de gran ayuda. Los padres deben de estar conscientes de las siguientes señales que pueden indicar que el adolescente está contemplando el suicidio y debe buscar ayuda profesional:
· Cambios en los hábitos de dormir y de comer.
· Retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales.
· Actuaciones violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la casa.
· Uso de drogas o del alcohol.
· Abandono poco usual en su apariencia personal.
· Cambios pronunciados en su personalidad.
· Aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse, bajas calificaciones.
· Quejas frecuentes de dolores físicos como los dolores de cabeza, de estómago y fatiga.
· Pérdida de interés en sus pasatiempos favoritos y otras distracciones.
· Poca tolerancia a los elogios o premios.
· Quejarse de ser “malo” o de sentirse “abominable.”
· Lanzar indirectas como: “no seguiré siendo un problema”, “nada me importa” o “no te veré otra vez.”
· Poner en orden sus asuntos: regalar sus posesiones favoritas, cosas importantes, etc.
· Ponerse muy contento después de un período de depresión.
Preguntar acerca de si está deprimido o pensando en el suicidio, no ha de “poner ideas en su cabeza”; por el contrario, abrir la comunicación le hará saber que alguien se preocupa y le da una oportunidad de hablar acerca de sus problemas.
Los intentos suicidas de una persona con depresión severa son muy serios. Suelen planearse con cierta secrecía y poniendo cuidado en su ejecución, culminando casi siempre en la muerte. En el comienzo, el sujeto hace explicita su idea autodestructiva:
“Es mejor terminar con todo, no hay solución y es mejor desaparecer.”
Hasta ese momento existe ambivalencia, se piensa en el suicidio, pero se resiste a la idea. Sin embargo, el riesgo aumenta cuando la persona parece tranquilizarse, cesa la ambivalencia, desaparece la disyuntiva y la lucha interior; generalmente la resolución ha sido tomada y entonces se elabora la ejecución del acto.
“La idea suicida no es un razonamiento, es un sentimiento.”
¿Cómo tratar los casos de adolescentes con tendencias suicidas?
Los adolescentes deprimidos con alta tendencia suicida deben ser internados con la misma urgencia que una perforación intestinal o un infarto. El camino es definitivamente la vía psiquiátrica, la aproximación psicoterapeutica, en ese momento de crisis, debe ser de apoyo y así debe continuar hasta cesado el cuadro. Mientras más grave el cuadro menos efectivo será el tratamiento psicoterapeutico y se puede llegar a casos en que nuestra palabras “resbalan” en el paciente; si así ocurre, habrá llegado también el momento de la internación.
El tratamiento de elección en la tendencia suicida severa es:
1. Tratamiento farmacológico, cubriendo también la angustia y la ansiedad. No corresponde psicoterapia profunda en los momentos álgidos del proceso.
2. Si el riesgo de suicidio es evidente, internación urgente.
4. Evaluar la posibilidad de psicoterapia posterior.
El agotamiento interior, el naufragio en la adaptación del YO a las situaciones adversas de la vida, sin duda, puede llevarnos a la desesperanza, esa sombría sensación y necesidad recurrente de tirar la toalla de una vez por todas.
Pero no por ello debemos sentirnos desalentados, hoy más que nunca los abordajes terapéuticos son efectivos y optimistas, además de los nuevos grandes avances en farmacología. Después de una crisis, si hay la voluntad, viene un inevitable crecimiento personal, y es a partir del dolor que aparecen las preguntas, los cuestionamientos que nos impulsan a crecer, a movernos de nuestra zona de confort y a obtener las respuestas para ser mejores. Esta enfermedad puede ser grave, pero de razonable buen pronóstico y por ello, es necesario tratarla como corresponde: con una aproximación psicológica cálida, acogedora, tranquilizadora y con el arsenal terapéutico, realmente efectivo, que existe a nuestra disposición.
La familia y amigos de la persona en riesgo suicida.
Quienes rodean a un joven con riesgo suicida también sufren, generalmente no entienden lo que sucede, pues aparentemente no hay motivo para el estado del enfermo. La adopción de una actitud comprensiva y abierta, que permita el desarrollo del diálogo es esencial para restablecer la objetividad. Es inútil pedirle que explique lo que sucede, no podrá hacerlo, no sabe lo que le pasa. Si se insiste en ello, lo único que se conseguirá, es convencerlo aún más de que no se le entiende, y en algunos casos sólo lograremos irritarlo. Hay que entender que no está así por su gusto, no servirá de nada que le pidamos que se anime. Mas bien, se debe transmitir el amor y el interés en ellos, sin agobiarles, convencidos de que saldrá de su situación.
Ante la posibilidad de un suicidio se debe animar a que el joven hable de ello, hablar del tema puede facilitar el ingreso temporal en una unidad psiquiátrica y/o proporcionar la ayuda necesaria para atenuar la BlueHost优惠码 circunstancias que provocan el intento suicida. Con la ayuda de la familia y con tratamiento profesional, los niños y adolescentes con tendencias suicidas se pueden recuperar y regresar a un camino más saludable de desarrollo.
Por Lic. Martha Lellenquien
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