Errores frecuentes ante la pérdida de un ser querido
No querer saber los detalles de la muerte o pensar que llorar desconsoladamente nos hace perder la entereza son algunos de los tópicos que con más frecuencia tratamos de evitar cuando se produce la pérdida de un ser querido.
Los psicólogos aconsejan huir de los siguientes errores:
• Pensar que cuando la persona muere se pierde su recuerdo. El recuerdo y las vinculaciones emocionales no desaparecen. Permanecen, y aparecen en forma de recuerdos pasajeros o sueños.
• Creer que, para superar el dolor cuanto antes, debemos volver inmediatamente a nuestros quehaceres cotidianos. Conviene que nos demos un tiempo para reflexionar y para vivir el dolor sobrellevando el duro proceso emocional que supone la pérdida.
• Pensar que no debemos conocer los detalles de la muerte ni ver el cadáver. Aunque resulte duro, saber los detalles de la desaparición de la persona amada ayuda a aceptar la realidad de la ausencia. La falta de información puede generar confusión y fantasías irreales.
• Creer que cuando se demuestra rabia, dolor o desesperanza se está más expuesto a la depresión. La expresión de estos sentimientos es necesaria, porque permite que se procese la pérdida y se elabore el duelo, aunque puedan percibirse como manifestaciones exageradas o propias de culturas o países poco desarrollados.
• Considerar que el afecto por el ausente debe expresarse con mucha moderación. Aunque en nuestra cultura se valoran la firmeza de carácter y la entereza, debemos permitirnos expresar libremente las emociones dolorosas.
• Emprender cambios radicales. No es el mejor momento para vender propiedades, decidirse a cambiar de residencia, hacerse cargo de los nietos para paliar la soledad… Deja que pase el tiempo antes de tomar decisiones importantes.
• Mantener las cosas como cuando estaba. Su ropa en el mismo sitio, la habitación como siempre… No hagas santuarios en memoria de tu ser querido. Le llevarás siempre en el recuerdo y, por tanto, seguirá contigo.
• Conservar las cenizas en casa. Los hogares son espacios de vida, no de muerte. No caigas en la tentación de convertir tu casa en un santuario. Dificultarás el proceso de duelo.
Fuente: www.plusesmas.com
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