Estrategias para mejorar la calidad de vida: Parte 1
Calidad de vida no es vivir más, es vivir mejor, y esto es lo que debemos perseguir todos los días.
En nuestra cultura pareciera ser que la calidad de vida es solo una prioridad cuando se tiene que recuperar ya sea por una enfermedad crónica como diabetes, hipertensión o cáncer, pues, en general, hace falta el hábito de la prevención.
Sin embargo, en el caso de las enfermedades raras, que el 80% son hereditarias, la calidad de vida puede tornarse a un objetivo como parte de la adaptación/aceptación de nuestra condición.
No obstante, en ambas situaciones, los únicos capaces de lograr los cambios que nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida seremos nosotros mismos.
Para algunos, la calidad de vida puede ser solo sentirse bien, no tener síntomas y poder realizar las actividades diarias sin inconvenientes, pero es mucho más que eso. La calidad de vida es el resultado de una combinación compleja de muchas variables que hacen nuestro bienestar. Es un concepto que integra el bienestar físico, mental, ambiental y social de cada persona.
En los siguientes artículos, mencionaré estrategias para el área psicológica y el área social. Por lo que, en esta primera parte, presento algunas estrategias para la dimensión física (cuerpo) que ayudaran a mejorar nuestra calidad de vida en general aún cuando padezcamos una ER.
Dimensión física
Recordemos que tener salud física no es vernos con el cuerpo de revista o no tener síntomas, y aunque padezcamos de alguna enfermedad, se puede lograr pues solo es implementar hábitos en pro de nuestra salud.
Nutrición
Del alimento que ingerimos a diario depende, en gran medida, el grado de bienestar que tenemos, y también, cómo nos sentiremos en el futuro, ya que esta determina lo que ocurre en nuestro cuerpo a nivel celular y metabólico, donde se originan los procesos vitales.
Aunque no existe una dieta ideal que pueda aplicarse a todo el mundo, ya que cada individuo tiene necesidades distintas, en función de su edad, sexo, tamaño corporal, actividad física, naturaleza del trabajo que realiza, estado de salud, etc., hay más de 40 nutrientes que son básicos para mantener un estado de salud equilibrado. Estos nutrientes básicos los incorporamos al organismo cuando comemos alimentos variados, principalmente crudos y frescos.
Por ejemplo, como mi enfermedad rara requiere que ingiera alimentos ricos en hierro, ácido fólico y vitaminas del complejo B, mi dieta está basada en carnes rojas, hígado, moronga, verduras de hoja verde y leguminosas como frijoles y lentejas. Esto, es parte de la adaptación de mi enfermedad, ya que incluyendo estos alimentos mi calidad de vida mejora directamente. Por lo tanto, es importante que se analicen los hábitos alimentarios para descubrir sus carencias y mejorar la dieta habitual con el fin de mejorar nuestra salud y prevenir afectaciones indeseadas como el consumo alto de azucares y harinas procesadas o de irritantes, que no harán ningún bien.
Además, ¿sabes que la dieta afecta nuestro estado de ánimo?
Pues sí, una dieta inadecuada puede estar asociada con estados emocionales depresivos, ansiedad, fatiga e insomnio. Hay sustancias, como el azúcar, que cuando se consume en cantidades excesivas, puede favorecer estados depresivos. O, las dietas deficitarias en vitamina C, calcio, hierro, magnesio, selenio y zinc pueden provocar depresión, irritabilidad, cambios de humor, etcétera.
Ejercicio físico
Existen evidencias contundentes acerca de que la práctica regular de ejercicio constituye un factor protector de la salud física y emocional, además de que retrasa el envejecimiento.
Además, dado el ritmo acelerado y estresante en el que vivimos, el ejercicio puede ayudarnos a afrontar, y hasta eliminar, el estrés agudo o crónico. Asimismo, tanto el ejercicio ocasional como el sostenido producen un mejoramiento del humor, disminuyen la depresión y la ansiedad e incrementan el sentimiento de vigor.
Así, el ejercicio adecuado y regular es la forma ideal de aumentar la fuerza, dureza y flexibilidad musculares. Se libera la tensión muscular y los espasmos, tics y temblores. Ayuda a acelerar el metabolismo, pues se quema más grasa, y a controlar el apetito. Se logra una mejor utilización del oxígeno, el corazón se fortalece. Previene los dolores de la espalda y cuello, los problemas de digestión y estreñimiento. También combate la fatiga crónica, el insomnio y la ansiedad en general.
Digo, ejercicio adecuado porque es importante conocer las propias capacidades antes de practicarlo. Por ejemplo, dado mi ER, si yo realizo ejercicio diario y extenuante me provoco una crisis hemolítica grave que, en lugar de beneficiar a mi cuerpo, me enferma. Así como yo, hay varias personas que tenemos limitantes al hacer ejercicio, pero esto no significa volvernos sedentarios, es adecuar las necesidades a nuestras capacidades.
Respiración
A pesar de que la respiración es una función mecánica o inconsciente, es la única de carácter autonómica que puede colocarse fácilmente bajo control voluntario.
La regulación respiratoria es esencial para mantener la salud psicofísica; la forma en que respiramos afecta nuestra manera de pensar, de sentir y de comportarnos, y viceversa.
La respiración diafragmática promueve un estado de relajación generalizada. La ventaja es que se la puede utilizar en cualquier situación para inducir un estado de tranquilidad. Además, está vinculada psicológicamente con estabilidad emocional, sentido de control sobre el ambiente, calma, alto nivel de actividad mental y física, y ausencia relativa de estresores. Se ha demostrado que esta respiración puede ayudar cuando se sufre de dolores de cabeza, ansiedad, presión arterial alta, alteraciones en el dormir, manos y pies fríos, etcétera.
Calidad ambiental y contacto con la naturaleza
La capacidad individual para modificar, elegir o crear ambientes que se adecuen a las condiciones psíquicas de cada persona es considerada una característica de la salud mental. La participación en el manejo ambiental es un ingrediente clave en el funcionamiento psicológico positivo.
Cuando interactuamos con el mundo natural nos tranquilizamos, reducimos el estado de estrés y disminuimos, a nivel fisiológico, la activación de la parte del sistema nervioso encargado del estado de alerta. Si necesitamos recuperarnos de una situación vital estresante, la naturaleza puede colaborar en nuestra curación. La conciencia y el sentimiento de pertenecer a una totalidad mayor surgen cuando nos armonizamos con el mundo natural. Tomamos conciencia de que somos sólo una parte de esa totalidad.
Es fundamental que nuestro estilo de vida incluya actitudes y conductas de protección y cuidado del medio ambiente y que incorporemos el contacto con la naturaleza a nuestra vida diaria. La observación de ésta ayuda a eliminar el aburrimiento, a la vez que estimula el asombro y la curiosidad. La naturaleza es fuente de inspiración; nos recuerda la fragilidad y la vulnerabilidad de la vida; nos enseña humildad.
Fuente:
Labiano, M. (2010). Capítulo doce: Estrategias de mejoramiento de la calidad de vida. En Olbitas,L., Psicología de la salud y calidad de vida (3-21). México: CENGAGE Learning.
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