La intolerancia a la frustración; ¿sólo es cosa de niños?
La frustración es una respuesta emocional que se presenta ante ciertos deseos y expectativas no cumplidos generando con ello sentimientos de frustración e impotencia. Según Dollard y Millerá (1944), la frustración está ligada con la agresión. Esta perspectiva supone una interferencia en la secuencia normal del comportamiento de un individuo, incrementando con ello la tendencia del organismo a actuar de manera agresiva. Sin embargo, más recientemente, se ha demostrado que la frustración no siempre resulta en una conducta agresiva, ni las conductas agresivas son necesariamente provocadas por la baja tolerancia a la frustración.
La baja tolerancia a la frustración es un comportamiento relativamente normal cuando se presenta en los bebés o niños muy pequeños, ya que los deseos de estos se relacionan con las necesidades fisiológicas y de supervivencia básicas, como el alimento, el sueño, la protección, etc. Por esta razón, sus deseos deben ser satisfechos de inmediato por los padres para darles una sensación de seguridad y estabilidad, componentes muy importantes en esas etapas del desarrollo; pero conforme van creciendo, sus necesidades y deseos no siempre pueden ser satisfechos de inmediato y con ello van aprendiendo a tolerar y aceptar la molestia de demorar la satisfacción de sus deseos. Este aprendizaje hace que vayan adquiriendo una mayor autonomía y, además, los capacita para un mejor manejo emocional del entorno que les rodea al hacerse responsables a través de la propia contribución en la satisfacción de sus deseos en lugar de esperar a que estos sean satisfechos por alguien más.
Sin embargo, a veces por ciertos errores y omisiones en la crianza, los niños aprenden a actuar como si sus necesidades fueran tan poderosas y urgentes, como lo fueron en su momento el comer y respirar. No aceptan, ni entienden, que sus deseos no sean satisfechos de forma inmediata y se resisten a esperar, ni siquiera un segundo, en la obtención de sus deseos. Y cuando aquello que desean no está disponible, tienen el potencial de generar un verdadero revuelo y armar un escándalo para exigir la satisfacción inmediata de sus deseos. Además, este problema puede presentarse tanto en niños, donde sería más esperado y en cierta medida aceptable, pero también en los propios adultos que en ocasiones gritan y vociferan de manera descontrolada, demandando de los demás que se lleven a cabo sus deseos.
En este sentido, la baja tolerancia a la frustración es un exceso de sensibilidad ante todo aquello que es desagradable para el individuo, y saca de proporción todo aquello que no funciona de la manera en que lo desea. Las consecuencias de esta intolerancia, pueden acarrear decepciones, falta de motivación, abandono de las metas y proyectos, sentimientos de indefensión, depresión, enojo, agresión, etc.
Generalmente, las personas que poseen una baja tolerancia a la frustración creen que “tienen” que obtener todo lo que desean, así que exigen y ordenan se cumplan sus deseos a toda costa. Piensan que la vida tiene que ser fácil y cómoda, y que las dificultades y fracasos son horribles e intolerables. Además, confunden sus deseos con sus necesidades.
La terapia congnitivo-conductual suele ser efectiva para enseñar a los individuos a tolerar la frustración, haciendo que tomen conciencia de sus sentimientos y emociones, así como los pensamientos distorsionados que tienen respecto de aquellos eventos en que sus necesidades no son satisfechas. También es importante que aprendan la diferencia entre sus deseos y sus necesidades, y adquieran el entendimiento de que los deseos no requieren de una resolución inmediata, a diferencia de las necesidades, como comer, que si necesitan ser satisfechas con una mayor rapidez. Es importante también que aprendan a reconocer que no hay situaciones perfectas y deben aprender a controlar los impulsos negativos que estas generan.
Las personas tolerantes a la frustración son capaces de trasformar sus problemas en oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Están más capacitadas para la resolución de problemas y aceptan con una mayor facilidad el dolor, los sentimientos de incomodidad y fracaso, así como las situaciones adversas que les presenta la vida, lo que les permite pensar con mayor claridad, haciéndolos más aptos para la toma de decisiones y para responder ante los imprevistos, además, es más probable que logren mantener la calma ante situaciones de crisis.
Por Psic. Martha Lellenquien
Fuentes: Moreno, L., Hernández, J., García, O., y Santacreu, J., (2000) Un test informatizado para la evaluación de la tolerancia a la frustración. Anales de psicología. 16 (2), 143-155. Universidad Autónoma de Madrid.
La baja tolerancia a la frustración, una bomba de tiempo emocional.
Hola.
Mis felicitaciones, que buen artículo.
Sería muy bueno que todos pudiéramos tomar tus consejos y transformar nuestras frustraciones en oportunidades, nos quitaríamos un peso de encima y en vez de buscar mas problemas conseguiríamos mas soluciones a las cosas que nos pasan a diario.
Saludos.