¿Lo cuido o lo sobreprotejo? La sobreprotección y sus consecuencias en los niños
La labor de los padres al criar un hijo podría ser definida de muchas formas. En general se puede concluir que en ellos recae la tarea de que un niño logre convertirse en una persona exitosa, siendo el éxito lo que cada padre desee para su hijo. Cuando nace un niño y en sus primeros años de vida requiere de los cuidados y atenciones de sus padres para su supervivencia. Esta protección tiene la función de enseñarles a sobrevivir por sí solos de forma gradual.
Sin embargo, dentro de este proceso es difícil definir en qué momento es conveniente dejar de dar este apoyo y protección totales, ya que el instinto parental es querer siempre cuidar a los hijos. Es por eso que en muchas ocasiones los padres terminan teniendo conductas sobreprotectoras.
Cuando un padre está preocupado por el bienestar de sus hijos hace todo por lograrlo. Al hacerlo muchas veces se piensa que el bienestar de un niño se encuentra en que las actividades de su vida fluyan con facilidad y sin problemas; y por lo tanto intentan solucionarles cualquier situación. Entonces, lo que inicia con un deseo de bienestar para los hijos, puede terminar en una interacción problemática entre papás y niños.
Los padres entonces se convierten en sobreprotectores, y cuando esto sucede pasan la mayor parte de su tiempo experimentando una extrema preocupación relacionada con el bienestar de sus hijos y recurren a conductas de control sobre ellos. Estas conductas intentan controlar cada aspecto de la vida de los niños para poder así controlar la ocurrencia de cualquier riesgo. Los padres sobreprotectores experimentan un alto grado de ansiedad y su calidad de vida se ve afectada.
Por otra parte, los niños también pueden sufrir consecuencias de tener padres sobreprotectores, ya que no les es permitido realizar ninguna conducta de autocuidado ni de solución de problemas; y por lo tanto no desarrollan las habilidades necesarias para poder ser independientes.
En las familias donde existe la sobreprotección se pueden encontrar relaciones que a la vista son muy buenas y estrechas entre padres e hijos; sin embargo debido a la gran dependencia que tienen los hijos de los padres y viceversa la relación se puede ir fragmentando.
¿Cómo puedo saber si soy sobreprotector?
Si…
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- …paso la mayor parte de mi tiempo muy preocupada por los posibles riesgos en las actividades de mis hijos…
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- …no soporto la idea de que estén fuera de mi vista…
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- …prefiero realizar las actividades que ellos ya pueden hacer (vestirlos, darles de comer, recoger sus cosas, bañarlos) pensando en que son muy pequeños y aún no pueden…
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- …cuando tienen algún problema o dificultad lo resuelvo inmediatamente aunque ellos pudieran hacerlo solos…
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- …cualquier estornudo, pequeño dolor o raspón me provoca un miedo desproporcionado…
- …con frecuencia tapo en exceso a mis hijos, por si acaso…
…podría estar teniendo conductas sobreprotectoras y sería conveniente que buscara ayuda para solucionarlas.
Debido a las graves consecuencias que tiene la sobreprotección tanto para hij@s como para padres es importante buscar la manera de que ambas partes puedan poco a poco dejar de ser tan dependientes los unos de los otros. Para lograr esto es importante que los padres puedan entender que más que un beneficio se está haciendo un daño a los niños con este tipo de conductas y buscar ayuda para poder modificarlas. Una parte muy importante para lograr esto es tratar la ansiedad que sienten los padres con respecto al bienestar de sus hijos.
Algunas formas de lograr disminuir esta ansiedad es practicando técnicas de relajación antes de tomar decisiones con respecto a los niños y haciendo los cambios poco a poco. La terapia cognitivo conductual es un apoyo muy importante para lograr terminar con esta dependencia mutua y terminar con la sobreprotección.
Reflexión de la Psic, Cindy Hernández
Sabemos que en el caso de las enfermedades raras es más fuerte el deseo de los padres de proteger a sus hijos a toda costa, sin embargo recordemos que la sobreprotección no es natural ni tampoco sana, y lejos de beneficiar a sus hijos los invalida. Se recomienda que de acuerdo a la enfermedad rara que presenten sus hijos, averigüen con el médico qué actividades pueden realizar por ellos mismos y si es necesaria la ayuda de un adulto, para que poco poco el niño comience a forjar su independencia en la medida de lo posible.
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