¿Conoces la relación entre la enfermedad crónica y los aspectos psicosociales?
Cuando hablamos de salud, generalmente lo relacionamos con aspectos únicamente biológicos y del funcionamiento de nuestro propio cuerpo, rara vez vemos a la salud como un comportamiento, o al comportamiento como un aspecto de la salud. En ese sentido el comportamiento y el estilo de vida son factores determinantes en la salud de una persona.
Múltiples estudios han comprobado esta relación. Por ejemplo; un estudio realizado en Canadá (Lalonde, 1979) para formular un modelo de salud pública, de acuerdo a este modelo el grado de salud dentro de la comunidad lo determinan la interacción de 4 aspectos:
• La propia biología del individuo (genética, envejecimiento) con una proporción del 27% en la mortalidad poblacional.
• El medio ambiente: contaminación física (ruidos, radiaciones, etc.), química (plomo, plaguicidas, etc) y biológica (bacterias, virus, hongos) con una proporción del 19% de la mortalidad.
• El sistema sanitario (calidad, cobertura y gratuidad) de cuyas deficiencias dependería el 11% de la mortalidad en USA.
• Y el estilo de vida o conductas insanas como: consumo de fármacos, falta de ejercicio, estrés, promiscuidad sexual sin métodos de prevención de enfermedades, embarazos no deseados, conductas violentas, conductas peligrosas (manejar a exceso de velocidad, no usar el cinturón de seguridad), con una proporción del 43% de la mortandad.
Como se puede observar, los principales factores de riesgo causantes de la mortalidad en USA, eran precisamente los factores comportamentales asociados a estilos de vida poco saludables (Matarazzo, 1984) . Otro ejemplo, es el caso del cáncer, siendo la segunda causa de muerte después de las enfermedades cardíacas, con un 22.3%, y sus factores de riesgo incluían el consumo de tabaco, alcohol, dietas y factores cancerígenos del ámbito laboral y ambiental.
Desde desde entonces, se ha hecho un gran esfuerzo por hacer que la salud humana no esté centrada el la búsqueda de su cura, sino en la prevención, es decir en la modificación de las conductas y de los aspectos socioculturales generadores de la enfermedad. Las propias personas y su contexto social, son y han sido el primer y principal enemigo a vencer, sus propios comportamientos y estilos de vida inciden en el equilibrio salud-enfermedad.
Cuando una persona recibe el diagnóstico de una enfermedad crónica, las implicaciones psicológicas y sociales son complejas. Los aspectos psicosociales son una parte fundamental dentro del cuidado y atención de una enfermedad crónica y estos son determinados de acuerdo a las respuestas individuales de los pacientes, las familias, los amigos y la sociedad, frente al diagnóstico y al pronóstico.
Ante el diagnóstico de una enfermedad crónica cualquiera que esta sea, así como su pronóstico y resultado, el objetivo principal es mejorar la calidad de vida, ésta abarca el bienestar físico, social, psicológico y espiritual del individuo. El bienestar físico es determinado por su actividad funcional, la fuerza o la fatiga, el sueño y el reposo, el dolor y otros síntomas. El bienestar social, esta relacionado con las relaciones afectivas, la intimidad, su apariencia, sus actividades entretenimiento, el aislamiento, el trabajo, la situación económica y el sufrimiento de toda la familia en general. El bienestar psicológico está asociado al temor, la ansiedad, la depresión, las ideas y la angustia generada alrededor de su enfermedad y el tratamiento. Y finalmente el bienestar espiritual que engloba el significado que el individuo otorga a su enfermedad, la esperanza, la trascendencia, la incertidumbre, la religiosidad y la fuerza interior.
Estos factores son un indicativo en la calidad de vida y las alteraciones en el bienestar del individuo. Y al ser subjetivos, se convierten en un desafío para las capacidades de los profesionales de la salud. Algunos pacientes son capaces de tolerar una discapacidad grave y aún sentirse afortunados de recibir una terapia o de estar vivos, mientras que otros se encuentran devastados con tan sólo una mínima disfunción. Por esta razón, la calidad de vida es definida de acuerdo a la propia percepción del individuo.
De acuerdo a Bayes (1994), la evaluación de la calidad de vida de un paciente crónico es relevante, ya que permite conocer el impacto de la enfermedad y/o del tratamiento, a un nivel diferente y complementario al del organismo; conocer mejor al enfermo, su evolución y su adaptación a la enfermedad; conocer mejor los efectos secundarios del tratamiento; evaluar mejor las terapias paliativas; eliminar resultados nulos de determinados ensayos clínicos; ampliar los conocimientos sobre el 外汇平台 desarrollo de la enfermedad; ayudar en la toma de decisiones médicas; potenciar la comunicación medico- paciente; y facilitar la rehabilitación de los pacientes.
La calidad de vida puede ser entendida, en dos aspectos, por un lado, el primer abarca lo que se denomina como “felicidad”, sentimiento de satisfacción y estado de ánimo positivo; el segundo abarca la idea de “estado de bienestar”. Podemos afirmar entonces, que la calidad de vida y su relación con la salud; es la valoración de un individuo de acuerdo a sus propios criterios, del estado físico, emocional y social en que se encuentra, a lo que le sigue una reacción emocional. Esta valoración es un proceso individual de acuerdo a la propia jerarquía de valores, y se relaciona con un extenso conjunto de factores determinados por las circunstancias de la persona: físico- biológicas (sintomatología, discapacidad funcional, sueño, etc.), emocionales (sentimientos de tristeza, miedo, inseguridad), sociales (situación laboral, relaciones familiares, recreación, etc.).
Al recibir un diagnóstico con una enfermedad crónica, que se entiende como un trastorno orgánico funcional, se obliga de algún modo a la persona, a una modificación en su estilo de vida. Ya que es evidente, que hay factores ambientales, del estilo de vida y hábitos del paciente, que en conjunto originan o fortalecen la enfermedad.
La mayoría de las enfermedades crónicas afecta aspectos relevantes en la vida de una personas y dentro de las principales afectaciones, se encuentra el deterioro emocional, una persona con un diagnóstico reciente de enfermedad crónica, debe tener un rápido proceso de adaptación, pasando por diferentes etapas que generan emociones negativas (miedo, ira, ansiedad), orientadas a mantener el equilibrio emocional: procurando conservar la autoimagen, la preservación de las relaciones familiares y sociales y la preparación para el futuro, etc. Para ello, las personas hacen uso de distintas estrategias de afrontamiento; la más frecuente es la negación o minimización de la gravedad de la enfermedad y sus consecuencias; otra estrategia frecuente es la búsqueda de información acerca de la enfermedad y apoyo social-familiar. La negación que se presenta después del diagnóstico, cumple la función de proteger a la persona y reducir sus niveles de estrés (Lazarus y Folkman,1986), permitiendo un manejo posterior, más adecuado. El miedo, también se hace presente a lo largo del proceso de la enfermedad, de manera que cada recaída, cada visita médica y estudios pueden convertirse en una gran fuente de estrés ante la posibilidad de agravamiento de la enfermedad.
Después de un tiempo, el paciente va comprendiendo las implicaciones de su enfermedad; apareciendo entonces la depresión, al entender las consecuencias de su enfermedad. Estas reacciones emocionales no necesariamente se presentan en todos los pacientes y su orden de aparición no siempre es el mismo. Las reacciones emocionales pueden aparecer en cualquier momento de la enfermedad o del proceso de adaptación y deben ser tomadas, como “reacciones emocionales normales” (Lazarus y Folkman, 1986). Si estas no se presentan, su proceso de recuperación y adaptación puede hacerse más lento y doloroso.
La calidad de vida de un enfermo crónico, tiene que ver con el nivel de bienestar y satisfacción de la persona, aun teniendo en cuenta las afecciones producidas por su enfermedad, tratamiento y efectos colaterales (Kalker y Roser,1987), e incluye, el estatus funcional, síntomas relacionados con la enfermedad, el funcionamiento psicológico y el funcionamiento social. El estatus funcional se refiere a la capacidad para ejecutar una serie de actividades, normales para la mayoría de las personas: autocuidado, movilidad y actividad física. Los síntomas relacionados con la enfermedad, son diversos en función del tipo de enfermedad y tratamiento. El funcionamiento psicológico nos habla del estrés que puede presentarse al enfrentarse a la enfermedad.
Los argumentos anteriores, hacen evidente la relevancia de la inclusión de la disciplina psicológica en el abordaje de la enfermedad crónica, y la búsqueda interdisciplinaria en su tratamiento, abordando este tipo enfermedades desde una perspectiva biopsicosocial para entender mejor la manera en que la enfermedad crónica multifactorial, cambia a lo largo del tiempo, de acuerdo a la modificación en las interacciones funcionales de sus diferentes componentes.
Fuentes:
Aspectos psicosociales asociados con la calidad de vida de personas con enfermedades crónicas. Vinaccia S. y Orozco L (2005). Perspectivas en Psicología. Vol 1. No. 2. pp 125-137.
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