Efectos negativos del estrés en la salud
En la actualidad se sabe que todo lo que la persona piensa, dice y hace tiene un impacto significativo en el grado de bienestar y salud. Los pensamientos lógicos y racionales, las emociones relajantes, el sentimiento de que podemos superar cualquier adversidad, el apoyo de nuestros seres queridos, la alimentación adecuada, el ejercicio, la calidad del sueño, el sentido de humor, los pasatiempos, las actividades culturales, etcétera, tienen un impacto significativo en el bienestar, la salud y la calidad de vida.
Los pensamientos irracionales, los estados emocionales negativos como la ansiedad y la depresión, la tendencia a reaccionar con ira y coraje, la falta de apoyo social, las adicciones como el tabaquismo y el alcoholismo, vivir un estilo de vida estresante, etcétera, contribuyen a la pérdida de la salud y al desarrollo de enfermedades agudas (por ejemplo, dolores de cabeza, migraña, gastritis, estreñimiento, colon irritable, etc.), y crónicas (diabetes, trastornos cardiovasculares, cáncer; además de autoinmunes), también empeoran síntomas o la enfermedad rara completa que padecemos.
Uno de los factores importantes que deterioran nuestra salud física y mental, y por lo tanto, nuestra calidad de vida es el estrés, reacción que afecta cada vez a mayor número de personas y desde más jóvenes.
Digo reacción, porque el estrés es definido como experiencia emocionalmente negativa acompañada por cambios predecibles a nivel fisiológico (cuerpo), cognitivo (pensamientos) y conductual (acciones). Se ha estudiado que es producido por una rápida valoración de los sucesos que nosotros mismos hacemos tomando en cuenta nuestras experiencias y la percepción de la eficacia de nuestros recursos así como de nuestras habilidades personales; si creemos que estos últimos son suficientes para afrontar la situación, el estrés será mínimo y el evento se considerará como un reto, por el contrario, si son insuficientes el estrés será mayor y el evento puede ser considerado como un daño latente.
En síntesis, el estrés ocurre como respuesta a las presiones externas como pueden ser laborales, sociales, entre otras o internas, para poner a prueba la capacidad de respuesta de la persona.
Mentalmente, cuando éste es excesivo o no se controla, puede desencadenar en diversos trastornos físicos y emocionales. Estos últimos son los más comunes, y entre ellos están la ansiedad y la depresión, llevando a la persona a extremos: o con mucho sueño (hipersomnia) o sin sueño (insomnio), con hiperactividad o fatiga, con apetito o inapetente. Precisamente en este último caso, las personas que comen por ansiedad y a deshoras pueden desarrollar obesidad y con ello el síndrome metabólico, que conlleva a enfermedades como diabetes, hipertensión o dislipidemia. Asimismo, se pueden desarrollar trastornos digestivos, como gastritis y colon irritable.
Físicamente, cuando una persona tiene estrés, lo primero que siente son contracturas musculares que muchas veces se asientan en la espalda alta, provocando dolores de cabeza y de cuello. Si el cuerpo sigue sometido al estrés, este dolor de cuello puede desencadenar cuadros de vértigo, así como la aparición de la parestesia, que es cuando las personas sienten que el ojo les late, la cara les hormiguea o las manos le queman. Y así sucesivamente, se van creando reacciones que comienzan con algunos síntomas, pero pueden llegar a desarrollar enfermedades fisiológicas.
Por ejemplo, les cuento lo que me pasó. En la universidad tenemos un periodo de mucho estrés donde las materias exigen más esfuerzo y tiempo, este empezó hace dos semanas. Así que llegó un momento en el que de solo ver y pensar en todos mis pendientes y el poco tiempo que tenía para realizarlos, me sentía con malestar físico y unos días después volvió mi gastritis y me provocó una crisis hemolítica (padezco de esferocitosis); sin embargo, no paró ahí, a la semana me dio temperatura sin razón física aparente, (todo estaba bien en mi cuerpo, nada de infecciones) y por lo tanto, de nuevo otra crisis hemolítica. Afortunadamente se atravesó con días de asueto por lo que solo perdí un par de días para reponerme.
Sin embargo, esta experiencia, en lo personal, ejemplifica claramente el impacto del estrés. No solo provocó una enfermedad física (gastritis), sino que facilitó la destrucción de glóbulos rojos provocando crisis por la ER, situaciones que en nada me benefician.
Por fortuna en estos momentos existen numerosas soluciones avaladas científicamente para gestionar el estrés. Hay básicamente dos posibilidades.
- Tratamientos no farmacológicos: Técnicas de respiración, meditación, mindfulness, yoga o tratamientos psicológicos han demostrado sobradamente su eficacia. Son las más eficaces si se utilizan de manera preventiva en las primeras etapas del problema. Aprendiendo ciertas técnicas tendremos posibilidad de mantener nuestros niveles de estrés en rangos saludables.
- Terapias a base de fármacos: Cuando el estrés se ha cronificado la química cerebral puede verse alterada. Para corregirlo existen diferentes tratamientos destinados a regular los niveles de hormonas del estrés que nuestro cerebro produce.
Así, el objetivo del artículo es concientizar a cada paciente, que si bien, el estrés ya es parte de nuestra vida cotidiana, aprendamos a identificar cuando nos está perjudicando y a seleccionar la solución farmacológica o no, de reducir los niveles para que nuestra salud, mental y física, se mantengan en equilibrio y nos siga permitiendo disfrutar con calidad de vida.
Fuentes:
Taylor, S. (2007). Capítulo 6: Estrés. En Taylor, S., Psicología de la salud (152-182). España: McGraw-Hill Interamericana.
https://peru21.pe/vida/salud-21-males-cronicos-estres-426774
https://www.muyinteresante.com.mx/salud-y-bienestar/que-es-el-estres/
https://www.noticiasdelsoldelalaguna.com.mx/local/el-estres-afecta-la-salud-fisica-y-emocional
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