El manejo de la ira: ¿cómo controlar las emociones?
El enojo es una sensación que aparece cuando encontramos situaciones que nos generan desagrado y frustración En su forma más primitiva, como en el caso de los animales no racionales, el enojo está relacionado con formas más instintivas de sentir, y puede aparecer ante la presencia de amenazas que pudieran poner en riesgo la supervivencia.
En el caso de las personas se espera que exista cierto autocontrol del enojo, puesto que el ser humano tiene la capacidad de racionalizar, comprender e interpretar el mundo que le rodea de manera subjetiva. Además, éste forma parte de la amplia gama de emociones que un individuo experimenta a partir de los eventos, situaciones, fenómenos o hechos que se presentan a lo largo de su vida y que modifican su estado de ánimo.
Este estado emocional puede variar en intensidad de acuerdo a la situación, siendo en algunos casos, una leve irritación o puede llegar a convertirse en una furia e ira intensa. Como en el caso de otras emociones, el enojo se acompaña de cambios biológicos y psicológicos, cuando nos enojamos experimentamos una elevación en la frecuencia cardiaca y en la presión arterial, así como en el nivel de hormonas encargadas de proveernos energía, como la adrenalina y noradrenalina.
El enojo puede ser provocado por sucesos externos o internos, o bien, por una serie de situaciones que perturban el estado de animo de manera negativa. La frustración, la desesperanza, el cansancio, el estrés, la ansiedad, la inseguridad, pueden ser algunas de las múltiples causas del enojo.
Podemos reconocer el enojo pues se presenta a través de algunos síntomas físicos como: la ansiedad, enrojecimiento de la piel (especialmente cara y orejas), sudoración, palpitaciónes, dolor de cabeza o de estómago, tensión muscular y sensación de impotencia. Y puede expresarse en la conducta a través de la violencia verbal o incluso llegar a ser física.
La variedad que existe en la intensidad de la emoción, evidencía la capacidad del ser humano de interpretar su realidad, es decir, de acuerdo a la situación que se presente debería ser la proporción en la intensidad de la emoción, o al menos eso es lo deseable.
En relación a el enojo intenso, Webster (1996) hace una distinción, al hablar de la ira, que según él es “un fuerte sentimiento de indignación y antagonismo… sus sinónimos… cólera, furia, enojo, indignación, enfado, significan un estado emocional intenso inducido por un desagrado intenso. Enojo es el término más general pero no dice mucho sobre la intensidad y la razón de ese estado emocional ”.
Podemos decir entonces que el enojo es un sentimiento normal, que todos hemos experimentado alguna vez, sin embargo, los problemas se presentan cuando la intensidad de la emoción nos rebasa y somos incapaces de manejarla, pudiendo generar serios deficits en nuestra convivencia social, especialmente si el enojo escala a grados que generen violencia física. Además, los sentimientos de ira generalmente causan mucho más aflicción que la ansiedad o la misma depresión. Altos niveles de ira limitan la capacidad para resolver problemas y llevan a decisiones impulsivas. La ira nos hace menos perceptivos y receptivos de los pensamientos y sentimientos de los demás, bloqueando nuestra capacidad de empatizar con el otro.
Cuando hablamos de emociones intensas, solemos pensar que están fuera de nuestro control y no podemos hacer nada por cambiarlos. “Así soy yo”, es el argumento más escuchado. Sin embargo esto es falso; la intensidad de las emociones está directamente relacionada con la manera en que percibimos la situación en cuestión. Es decir, nuestra emoción no siempre va a la par de la magnitud del evento, a veces, nuestra propia interpretación puede llevarnos a experimentar emociones desproporcionadas.
Por ejemplo, ideas como: Esto que sucedió es terrible… fulanito es un odioso… llegó tarde a la cita porque no le importo… etc., son interpretaciones que, por decirlo vulgarmente, le echan más leña al fuego, e intensifican nuestras emociones.
Por el contrario, interpretaciones como: Esto que sucedió es lamentable, pero se que podré encontrar una solución… la manera de ser de fulanito no me agrada pero haré un esfuerzo por conocerlo mejor… llegó tarde a la cita por que es viernes y el tráfico en estos días se pone pesado. Pensamientos como éstos, ayudan a bajar la intensidad de nuestras emociones.
No podemos controlar los eventos, pero podemos incidir en la forma en que interpretamos esos eventos, modificando con ello la intensidad de las emociones que experimentamos día con día. Revisar nuestra interpretación de las cosas es un buen ejercicio para encontrar un estado anímico más estable, que nos lleve a una mejor convivencia con las personas que amamos.
Por Psic. Martha Lellenquien
Fuentes.
¿Cómo controlar el enojo antes de que lo controle a usted? (APA, 2014).
Estrategias para controlar su enojo (APA, 2014).
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