Enseñar a los niños a gozar
Los chicos tienen una gran capacidad de disfrutar incluso las cosas más pequeñas. Esta cualidad se les puede fomentar en casa pero, sobre todo, los padres predican con su ejemplo cómo viven el placer en carne propia.
En la pelicula Billy Elliot un niño inglés de 11 años descubre el ballet por accidente y se apasiona por bailar. Esa elección sacude a su padre, un minero provinciano cuyo máximo anhelo era tener un hijo boxeador… no precisamente bailarín de ballet. Sin embrago el chico vibra de tal forma cuando comienza a bailar que luchará todo lo que sea necesario con tal de no dejar de hacerlo.
Incluso el propio actor Jaime Bell, quien interpreta a Billy en la película, vivió algo similar: para evitar las burlas en la escuela, oculto ante sus amigos que tomaba clases de Ballet… pero siguió bailando. Y es que la tenacidad de un niño puede ser enorme cuando descubre algo que realmente lo mueve.
Fomentarlo en los pequeños
Ante el panorama creciente de niños deprimidos o estresados ¿cómo podemos enseñarles a disfrutar la vida? Aún más ¿es algo que se aprende o se hereda?
Básicamente, los seres humanos nacemos con la capacidad de gozar, de ser felices, pero es importante desarrollarlo durante la infancia. Para empezar hay que definir qué significa vivir agusto. Sin duda el bienestar no consiste en evitar lo que es doloroso o molesto. Entonces ¿cómo entender este concepto? «Es la capacidad de estar aquí y ahora, en el momento, aun si eso requiere solucionar problemas o crisis. Disfrutar es estar en la vida, con total satisfacción», apunta la Dra. Sally Wittenberg, psicoterapeuta familiar y coautora de ¿Por qué me tratas así?, entre otros libros.
¿Cuándo un niño realmente goza la vida? La Dra. Wittenberg habla desde su experiencia: «Si tiene la capacidad de jugar con lo que sea, sin duda vive el momento a tope, porque se enfoca en «hoy». Los chicos tienen la virtud de no pensar en el pasado o en el futuro. Es un privilegio que les permite aislarse por momentos de entornos hostiles como la guerra o la pobreza. Su realidad es «ahora tengo unos muñecos y estoy metido en este juego», así que la disfrutan de verdad. En cambio cuando cargan un problema no se pueden relajar, estan siempre en alerta.
Otro indicador acertado de su nivel de bienestar es cómo tratan a los animales o incluso a sus juguetes. «El maltrato es uno de los principales factores que hiere a un pequeño. Si se siente agredido, ignorado o devaluado no tiene libertad espontánea de gozar…y lastima cuanto puede».
Criar niños contentos
«Para encauzarlos al disfrute lo primero es cubrir sus necesidades fisicas primarias y darles seguridad. Por otro lado, los padres deben ver a cada niño como una persona plena y distinta, porque aunque haya 10 hijos en casa todos son diferentes…y cada uno es una persona completa», opina la Dra. Wittenberg.
Para el Dr. Gerardo Ávalos investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, el disfrute de los niños se construye cuando se lleva al máximo su libertad positiva. «También es importante respetar su creatividad y, sobre todo, volverlos al contacto con lo humano a través de las artes».
Un error que es necesario evitar es exigirles ser siempre buenos y bien portados. Los niños también deben tener el derecho de sentirse tristes, envidisos, enojados. Para gozar a fondo necesitan también conocer los sentimientos negativos, porque finalmente el disfrute es una cuestión de contraste… como todo en la vida.
Para leer:
- El niño feliz. Su clave psicológica, de Dorothy Corkille, Ed. Gedisa, 2004. Dirigido a padres y maestros, ofrece ideas prácticas que preparan a los niños para la felicidad.
- No hay padres perfectos, de Bruno Bettelhem, Ed. Grijalbo, 1989. El autor, uno de los psicológos infantiles más importantes de nuestro tiempo enseña cómo llevar a la práctica «el arte de educar a los hijos sin angustias ni complejos».
Los niños son más felices cuando ven a sus padres vivir sin culpas.
Fuente: Juan Manuel Zaragoza, Psychologies, pag 78 y 79, num, 1.
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