Mente y cuerpo: creencias, ideas y emociones que pueden dañar o sanar
Nuestras pautas de pensamiento dictan las formas en que percibimos y explicamos la realidad, incluyendo nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos, estas constituyen el núcleo de nuestras creencias sobre el mundo, cómo funciona y cuál es el lugar que en él ocupamos; estas se han estudiado y agrupado en forma sistemática por diversos científicos:
Optimismo y pesimismo, filtros básicos del mundo
El Dr. Martin Seligman y sus colegas de la Universidad de Pensylvania han estudiado las diferencias en la salud entre personas que pueden ser identificadas como básicamente pesimistas y optimistas, las personas pesimistas explican los sucesos adversos echándose la culpa, pensando que sus efectos durarán mucho tiempo y que ese suceso afectará muchas facetas de su vida. Un ejemplo de esta forma de interpretar el mundo sería: “Siempre supe que era un idiota y esta es la prueba” Un optimista vería un mismo caso de forma diferente, se concentran en consecuencias específicas de lo que ha ocurrido sin realizar proyecciones o afirmaciones ni generales, ni ven el suceso de forma desproporcionada. “Bueno, esta vez he metido la pata, pero ya pensaré en algo, haré un ajuste y la próxima vez saldrá mejor”.
Las personas pesimistas tienden a deprimirse con mayor facilidad, de sufrir síntomas físicos y susceptibilidad a enfermedades. Un estudio demostró en pacientes con cáncer que cuánto peor era su estudio atribucional , es decir la forma en que la persona explica un suceso adverso, el paciente moría antes.
Autoeficacia, nuestra confianza en nuestra capacidad de crecimiento
Una de las pautas que parece encerrar más poder para mejorar el estado de salud recibe el nombre de autoeficacia, es decir la capacidad de ejercer control sobre acontecimientos específicos de la vida. El Dr. Albert Bandura y sus colegas de la Universidad de Stanford, han demostrado que un fuerte sentimiento de autoeficacia es el mejor y más consistente vaticinador de resultados positivos de la salud en diferentes situaciones médicas, incluyendo quién se recuperará antes de un ataque cardiaco, quién soportará mejor los dolores de la artritis, quién será capaz de realizar cambios en su vida como dejar de fumar. El Dr. Bandura y sus colegas se dedicaron a estudiar la autoeficacia en un grupo de hombres que habían sufrido ataques cardiacos y estaban sometidos a rehabilitación, encontraron que aquellos individuos que tenían la firme convicción de que su corazón era fuerte y podría recuperarse por completo tenían mucho menos probabilidad de fracasar en su programa de ejercicios que aquellos otros que tenían menor confianza; ya que podían caminar por la caminadora sin preocuparse o sentirse vencidos por las sensaciones normales de cansancio y falta de aliento, pudieron aceptar su falta de comodidad, sin percibirla como “una mala señal” y concentrarse en los beneficios positivos de su programa de ejercicios como el sentirse más fuertes o llegar más lejos. Los individuos que tenían una tendencia negativa de autoeficacia, tendían a abandonar sus ejercicios, confundiendo la falta de comodidad y falta de aliento y cansancio como señales de un corazón enfermo.
Resistencia y sentido de coherencia
La Dra. Suzanne Kobasa de la Universidad de Nueva York y sus colaboradores y el Dr. Aaron Antonovsky, médico sociólogo de Israel, han llevado investigaciones acerca de personas que han vivido situaciones extremadamente estresantes y si éstas cuentan con características de personalidad especiales que puedan justificar su “aparente inmunidad “ al estrés.
Resistencia
La Dra. Kobasa ha sometido a estudios a ejecutivos de empresas, abogados, conductores de autobús, empleados de compañías telefónicas y otro tipo de personas que llevan vidas sumamente estresantes. La Dra. Kobasa se preguntó si las personas más saludables tenían o no alguna característica de personalidad en común que pudiera protegerles de los efectos negativos de un estrés elevado y se encontró con que había una característica de personalidad que diferenciaba a los que enfermaban y permanecían sanos, denominó a aquella característica resistencia al estrés o resistencia psicológica, esta resistencia entraña al igual que los demás factores psicológicos una forma particular de ver el mundo y a nosotros mismos: los individuos resistentes al estrés dan muestras de tres características psicológicas en un elevado nivel: control, compromiso y reto.
Las personas con un alto nivel de control tienen una firme idea de tener control sobre lo que les rodea, que pueden hacer que las cosas ocurran (característica muy parecida a la autoeficacia). La gente con un alto nivel de compromiso tiene una alta tendencia a sentirse totalmente empeñada en lo que hace a diario y se compromete a dedicar su mejores esfuerzos a sus actividades. Las personas altamente atraídas por los retos ven el cambio como una parte natural de la vida, que les permite una oportunidad de desarrollo, lo que les permite ver las situaciones nuevas como oportunidades y retos, no como amenazas. La Dra. Kobasa afirma que existen muchas cosas que las personas pueden hacer para mejorar su resistencia al estrés; por ejemplo en las condiciones laborales mediante la reestructuración de funciones y relaciones dentro de la organización.
Sentido de Coherencia
Las investigaciones del Dr. Aaron Antonovsky se han enfocado en personas que han sobrevivido a casos extremos de estrés como el que se pudo vivir en los campos de concentración nazis. Según la opinión del Dr. Antonovsky, gozar de buena salud, entraña una capacidad de recuperar de forma continua el equilibrio como respuesta a la continua pérdida de él. El Dr. Antonvsky observó que la gente que logra sobrevivir a una situación de estrés de gran intensidad, posee lo que él denomina un inherente sentido de coherencia acerca del mundo y de sí misma, este sentido de coherencia viene caracterizado por tres componentes que él denomina: comprensibilidad, manejabilidad y significabilidad. La gente que posee un elevado sentido de coherencia tiene una poderosa sensación de confianza en poder encontrar la lógica en sus experiencias internas y externas (básicamente comprensibilidad), en disponer de recursos para hacer frente a las demandas con que se encuentran y controlarlas (manejabilidad) y en encontrar esas demandas como retos en los que encontrar sentido y a los que consagrarse (significabilidad).
Nuestra salud física está íntimamente relacionada con nuestras pautas de pensamientos y sentimientos sobre nosotros mismos y también con la calidad de las relaciones con las otras personas y con el mundo.
Si podemos observar en nosotros mismos cuánto pueden perjudicarnos determinadas creencias ciertas pautas de pensamientos y conductas que van surgiendo a cada momento, podemos hacer que disminuya su dominio sobre nosotros.
Podemos observar ¿cómo se siente nuestro cuerpo cuando vemos los obstáculos como retos? ¿cómo se siente cuando sentimos alegría? ¿podemos darnos cuenta en esos momentos de las consecuencias inmediatas de nuestros estados emocionales positivos y de nuestra perspectiva optimista?
Psic. Joselyn Olvera Ruvalcaba
Centro SEPIMEX
Referencia:
Kabat-Zinn, J. (1990). Vivir con Plenitud las Crisis. Cómo utilizar la sabiduría del cuerpo y de la mente para afrontar el estrés, el dolor y la enfermedad. Kairos: Barcelona.
Comentarios recientes